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jueves, 15 de diciembre de 2016

CAUSAS ECONÓMICAS DEL IMPERIALISMO



A finales del s. XIX se produce un nuevo equilibrio de poder en Europa como consecuencia de la unificación de Alemania, y por el vertiginoso desarrollo industrial de unas potencias europeas que, progresivamente, van a rivalizar por el control de los nuevos mercados. Las contradicciones sociales y el desigual reparto de la riqueza, provocó la saturación de los mercados internos de los países del viejo continente, lo que obligó a los grandes empresarios a buscar nuevos territorios en donde poder colocar el enorme excedente productivo, a los que sus propios compatriotas no podían acceder. 

El movimiento de expansión colonialista se expresó por primera vez en Gran Bretaña, donde Disraeli impulso el proceso colonizador entre 1874 y 1880, mientras que en Francia fue Jules Ferry el que sentó las bases del nuevo imperio colonial francés en África Occidental, Madagascar e Indochina. Alemania por otra parte tendrá que esperar a la desaparición de Bismarck para comenzar su aventura colonial en África de la mano de Guillermo II, mientras que en Bélgica Leopoldo II crea a título personal el Estado Independiente del Congo, en el que se cometieron las mayores atrocidades de la época y que se legó por testamento al reino belga. 

Las causas que provocaron el inicio del fenómeno imperialista son complejas, pero la explicación más lógica es la que lo atribuye a las presiones económicas que surgen después de la Segunda Revolución Industrial. Esta explicación adquirió su forma más concreta gracias a un escrito de Lenin de 1916. En El imperialismo, fase superior del capitalismo asegura que con el desarrollo industrial de Europa y por el papel cada vez más importante de los bancos y del gran capital, a los financieros y grandes empresarios les va a resultar cada vez más difícil invertir su dinero de forma productiva, por lo que era esencial hallar nuevos campos de inversión en ultramar. El resultado fue la agudización de la rivalidad entre las potencias que llevaría a la guerra del 1914. Las causas económicas del imperialismo fueron analizadas por el historiador John Hobson, que en su obra de 1902 El imperialismo, interpretaba el fenómeno de esta manera:


Cada mejora de los métodos de producción, cada concentración de la propiedad (...), parece reforzar la tendencia a la expansión imperialista. En la medida en que una nación tras otra entran en la era de las maquinarias y adoptan los métodos industriales más avanzados, es más difícil para sus empresarios, comerciantes y financieros colocar sus reservas económicas, y progresivamente se ven tentados a aprovechar sus gobiernos para conquistar con fines particulares países lejanos y subdesarrollados a través de la anexión y del protectorado (...).


Este estado de la cuestión en la economía es la raíz del imperialismo. Si los consumidores de este país pudieran elevar tanto su nivel de consumo que fueran capaces de avanzar a la par que las fuerzas de producción, no habría ningún excedente de mercancías y capital capaz de exigir del imperialismo el descubrimiento de nuevos mercados (...).

El imperialismo es el esfuerzo de los grandes dueños de la industria paro facilitar la salida de su excedente de riqueza, buscando vender o colocar en el extranjero las mercancías o los capitales que el mercado interior no puede absorber.

No es el crecimiento industrial el que anhela la apertura de nuevos mercados y de nuevas regiones parca invertir, sino la deficiente distribución del poder adquisitivo la que impide la absorción de mercancías y capital dentro del país.

El imperialismo es el fruto de esa falso política económica, y el remedio es la reforma social.


Nosotros añadiríamos, a esta perfecta interpretación, también la de dar salida a un núcleo de población cada vez más descontento y empobrecido, derivándolo a las colonias y cuando las tensiones imperialistas llegaron a su punto álgido, derivándolos hacia la guerra.

viernes, 9 de diciembre de 2016

LA INCREÍBLE HISTORIA DEL PEMMICAN


Nativo Cree


No, no estamos hablando de otra simpática mascota de la factoría Disney, ni mucho menos. Hablamos de comida, de una desconocida receta para los europeos, de los indios norteamericanos y que nuestra grasofóbica sociedad ha condenado al ostracismo. Sin embargo los tiempos están cambiando y muchos de los más recientes estudios reivindican una alimentación más evolutiva, una dieta semejante a la de nuestros ancestros del paleolítico. No vamos a entrar en nutrición, porque no es nuestro campo, pero sí la historia. Podemos conocer más o menos lo que comían nuestros antepasados anteriores a la agricultura por los estudios arqueológicos prehistóricos que revelan dietas altas en proteína y grasa animal, además de vegetales, el Hombre de Neandertal, conocido como el gran cazador combinaba un 80% de caza con un 20% de vegetales. Si bien otra forma de acercarnos a la dieta del ser humano pre-domesticación es con los paralelos que nos ofrece la antropología.

Los nativos norteamericanos, en su gran mayoría en la edad de la piedra, culturalmente hablando, habían encontrado una técnica que les permitía conservar la comida durante décadas con todas sus propiedades intactas, muy útil para grandes migraciones nómadas o periodos de escasez y poca caza. Es el pemmican. Su origen concreto no se conoce, aunque se podría ubicar en los indios del norte de Canadá. El pemmican es un plato contundente, hipercalórico hecho a base de carne desecada y pulverizada, tuétano de huesos, grasa animal y bayas (que aportaban una gran cantidad de vitamina C). Su envase predilecto era la piel de bisonte con unos 30 ó 40 kg de peso, llegando a durar en perfecto estado de consumo unas tres décadas. En las tribus Cree y Ojibwas eran las mujeres las que preparaban los sacos para todo el año, normalmente de la caza del búfalo, secando las tiras de carne, machacándola después y mezclándola con la grasa, el tuétano y las bayas (normalmente arándanos). 

Amundsen

La llegada de los europeos al continente popularizó rápidamente el pemmican entre comerciantes y tramperos, y no sólo eso, se sabe que desde al menos el s. XVII los franceses de la peletera Hudson Bay Company consumieron pemmican a través de su contacto con indios Cree y Ojibwas, que lo utilizaban como ración de supervivencia cuando servían de guías a los occidentales. En 1813 la Northwest Company llegó a encargar 25 toneladas de pemmican como abastecimiento de sus trabajadores. Posteriormente el pemmican pasó a popularizarse entre los grandes viajes de exploración del siglo XIX, tanto que hasta Julio Verne lo nombra en “Cinco semanas en globo”. Admundsen y Scott lo llevaban entre su avituallamiento en sus aventuras al Polo Sur, e incluso se habla de que Scott fracasó en su intento debido a que el pemmican que llevaba era de poca calidad, con poca grasa, lo que les impidió nutrirse correctamente para la superviviencia antártica. El último tercio del s. XX supuso el olvido del pemmican debido a la popularidad de los estudios contra la grasa animal y su implicación en enfermedades cardiovasculares, algo que la ciencia está revisando actualmente, aunque por otra parte ¿se imaginan un alimento fácil de elaborar en casa, sin aditivos industriales y que puede durar 30 años? ¿qué creen que haría la industria de la alimentación?





jueves, 8 de diciembre de 2016

MARÍA PITA Y LA HEROICA DEFENSA DE A CORUÑA.


Poco después de la derrota de la Armada Invencible, los ingleses prepararon su poderosa Contraarmada, a cuyo frente se puso el sanguinario sir Francis Drake. Sus intenciones eran claras: se debía de terminar de una vez por todas con el peligro que suponía la aún poderosa flota española.


Diego Peña & Javier Martínez-Pinna

... No había tiempo que perder, cada minuto contaba para organizar las exiguas defensas de una ciudad dispuesta a afrontar la lucha contra una fuerza claramente superior. En estas circunstancias, resultaba fundamental evitar la entrada de los buques ingleses en la zona portuaria y por eso se ordenó a dos galeras y al galeón San Juan que tomasen posiciones y se mantuviesen alertas. Mientras tanto, la compañía de Don Jerónimo de Monroy, con el apoyo de un reducido grupo de vecinos coruñeses, se dirigió hasta el fuerte para armar sus cañones y responder con toda su fuerza el más que previsible intento de los ingleses de tomar el puerto y la estratégica zona de la Pescadería.

La decisión no pudo ser más acertada, porque inmediatamente los ingleses rompieron las hostilidades, iniciando su ataque con la intención de superar esta primera línea defensiva, pero su tentativa fue abortada merced al empeño de unos españoles que pusieron en funcionamiento toda su artillería, obligando a los navíos ingleses a recular para no verse envueltos en un fuego cruzado procedente del fuerte y de los barcos hispanos, especialmente del San Juan. Esto obligó a los ingleses a desembarcar a sus hombres en la playa de Santa María de Oza, junto con buena parte de su artillería.




La ciudad apenas contaba con efectivos militares intramuros, unos 1.500, por lo que la población civil tuvo que formar milicias de defensa, al tiempo que se apremiaba a la compañía de Betanzos a desplazarse hasta La Coruña a través del camino de Bergantiños. La situación se fue tornando en desesperada porque por primera vez los defensores fueron conscientes del peligro al que se enfrentaban. El galeón español se dispuso a jugar una partida cuyo resultado estaba escrito de antemano, pero aún así no cejó en su empeño y se empleó a fondo para tratar de frenar, aunque sólo fuese por unas horas, el imparable avance inglés desde la playa. Al mismo tiempo, el capitán Troncoso se puso al frente de unos 150 arcabuceros, los cuales mostrando una valentía casi temeraria, hicieron una nueva salida para entorpecer las maniobras de los ingleses, pero su aplastante superioridad numérica terminó por hacerles retroceder hasta el alto de Santa Lucía, en donde se batieron a sangre y fuego, antes de verse obligados a buscar refugio entre los muros de la ciudad.

Esta primera noche de asedio fue intranquila, pero al menos los coruñeses recibieron una buena noticia, la de la anhelada llegada desde Betanzos de dos compañías con armas y víveres. Pero la alegría duró poco, porque cuando empezó a despuntar el alba, el general británico Norris ordenó el asalto a la débil muralla de la Pescadería, empleando casi todos sus efectivos, mientras que sus muy superiores fuerzas artilleras se cebaban sobre las galeras españolas que, totalmente copadas, no tuvieron más remedio que abandonar cualquier esperanza de resistencia. Animados por este primer éxito, los ingleses prosiguieron con su ataque, centrando su atención sobre el San Juan y nuevo galeón que había logrado penetrar en el puerto para apoyar su defensa, el San Bartolomé, al tiempo que decenas de barcos ingleses se empleaban a fondo para silenciar la resistencia del fuerte. En el punto álgido de la batalla, miles de soldados ingleses iniciaron el asalto a la muralla de la Pescadería, contestada con gran valentía por unos españoles que perdieron 70 soldados y unos 200 vecinos, y cuyo sacrificio no fue suficiente para evitar la retirada de los defensores de la ciudad hacia posiciones más seguras.




La vehemencia del empuje británico hizo que se alcanzase el momento crítico en esta lucha a muerte por la supervivencia de la ciudad española. Años después, el capitán Juan Varela llegó a afirmar que si los ingleses hubiesen intentado penetrar en la Ciudad Vieja, lo habrían conseguido sin dificultad, entre otras cosas porque la mayor parte de los soldados españoles se encontraban defendiendo el arrabal, estando las puertas de la ciudad prácticamente desguarnecidas. Afortunadamente, cuatro arcabuceros españoles fueron conscientes del peligro y por eso marcharon hacia la puerta principal, abriendo fuego inmediato sobre los primeros ingleses que se acercaron a ellos, haciéndoles creer que esta posición estaba fuertemente guarnecida.

Esta actitud también pudo verse influida porque los ingleses aprovecharon la retirada española para iniciar un concienzudo saqueo de la zona de la Pescadería, desatando el terror entre los pocos que se habían quedado rezagados, al ver con sus propios ojos como los endemoniados anglos saqueaban a placer, destrozaban las cosechas y se hacían con todas las vituallas presentes en las bodegas que encontraron en su camino. Afortunadamente, los ingleses dieron rienda suelta a su pasión por el vino al dar buena cuenta de todo el alcohol que encontraron en la zona. Hemos de suponer la terrible cogorza que sufrieron más de uno para celebrar anticipadamente la gran victoria que el destino les tenía reservado, pero esto fue aprovechado por los españoles para asesinar a muchos ingleses cuando aún estaban bajo los efectos del vino.

A pesar de todo, la pérdida de esta parte de la ciudad se daba por segura, por lo que la supervivencia del San Juan se consideró inasumible, ordenando a su tripulación abandonar la nave, no sin antes preparar una nueva sorpresa para los asaltantes, al situar unos barriles de pólvora en el buque que hicieron estallar cuando los ingleses subieron en él, provocando la muerte de 15 de ellos.

Llegados a este punto el oficial al mando, John Norris, se vio confiado de tomar la parte alta de la ciudad, donde tras sus murallas esperaba un contingente defensivo formado por lo que quedaba de la pobre guarnición de la ciudad, y por las milicias civiles, muchas de ellas mujeres y niños dispuestos a entregar antes sus vidas que la ciudad. Es aquí donde nos adentramos en aguas turbulentas, entre lo que nos cuenta la historia y lo que nos dice la leyenda. No sabemos si es del todo cierto lo que se nos cuenta de María Pita, pero lo que sí sabemos es que los ciudadanos coruñeses se enfrentaron a una tropa profesional a cara de perro, superior en número y cuyo pronóstico más acertado era que acabarían invadidos y sometidos. Esto nos hace sospechar que si no fue María Pita el detonante de la furia popular sería otro del igual calado, o varios, o incluso toda una ciudad que no quería verse sin sus posesiones y con sus mujeres e hijas sometidas por una tropa sedienta de saqueo.




Después de una semana de feroz resistencia, el 14 de mayo una explosión abrió una brecha en la muralla defendida por los coruñeses en la ciudad alta, allí un oficial inglés arengaba a las tropas y se disponía a clavar la pica con la bandera inglesa en lo alto de la fortificación. En ese momento la escena se congela para observar a un matrimonio, regentes de una de las carnicerías de la ciudad, frente al muro derrumbado, él yacente, inerte, sin vida en el suelo, y su mujer arrodillada junto al cadáver de su marido. María se puso en pie mirando al inglés que intentaba alzar la bandera, para después coger una espada del suelo, y al grito de “quién tenga honra, que me siga” atravesar de parte a parte al oficial británico, dándole muerte y robándole la enseña. Este acto heroico soliviantó la defensa de la ciudad y sumió en el desasosiego y la desesperación a las fuerzas de invasión. Además, en su precipitación los hombres de Drake cometieron un error que al final les salió muy caro, porque un gran número de atacantes se abalanzó sobre la muralla justo en el momento en el que estallaba una mina, haciendo que los cascotes hiriesen de muerte a varias decenas. Fue entonces cuando empezaron a proliferar las bajas inglesas que estaban en retroceso del terreno ganado, comenzando las huidas y deserciones, provocando que el mismísimo Francis Drake ordenase la retirada. La situación no la dejaron escapar las escasas compañías de infantería españolas que seguían combatiendo en el interior de La Coruña, porque sin pensárselo dos veces volvieron a cargar contra las fuerzas agresoras, que ahora sí, se encontraban en total desbandada...

martes, 6 de diciembre de 2016

MAGIA Y RELIGIÓN. DOS FORMAS DE ACCESO AL HECHO SOBRENATURAL

Históricamente, la comprensión de lo sobrenatural se ha llevado a cabo a través de las prácticas mágicas y religiosas. Según uno de los mayores teóricos en el estudio del hecho religioso, sir James Frazer, autor de La Rama Dorada, la era de la magia habría precedido a la de la religión. De esta manera, y siguiendo los presupuestos de Hegel, el hombre primitivo habría intentado controlar a las fuerzas de la naturaleza mediante la realización de una serie de hechizos y encantamientos. El fracaso del mago o hechicero, habría dado lugar a la aparición de una era de la religión, en la que el ser humano, apelaba a unas fuerzas sobrenaturales y a los dioses mediante la oración y los métodos suasorios del sacrificio, sustituyendo los conjuros mágicos del método anterior. 



Desde la publicación del libro de Frazer, los historiadores y antropólogos han descubierto, en cambio, que este esquema no es tan sencillo como en un principio podría parecer, ya que en todas las comunidades primitivas, ambas disciplinas aparecen inexorablemente unidas. Para E. O. James, lo que diferencia a la magia de la religión es la "naturaleza y función de sus respectivos sistemas de ideas y prácticas". La primera se distingue por la manera en que determinadas acciones son realizadas para hacer actuar al hecho sobrenatural, mientras que la religión presupone la existencia de dioses o seres espirituales ajenos al hombre, y que controlan los hechos de la naturaleza a su antojo. Mientras que la magia es coactiva con estos dioses, la religión sería personal y suplicatoria. 


El problema a la hora de clasificar los sistemas de creencias de las comunidades primitivas, pero también actuales, consiste en la complejidad para trazar una linea que delimite ambos conceptos, ya que no es infrecuente adoptar una actitud religiosa frente a objetos y acciones que bien podrían ser considerados mágicos. Un claro ejemplo es la costumbre de los pueblos prehistóricos de cubrir con sangre o almagre ciertos amuletos para proporcionarles un poder sobrenatural. En este sentido, la utilización de la sangre podría derivar de su poder sacro inherente, pero también podría ser una encarnación de la sacralidad que los dioses le han infundido voluntariamente, por lo que su clasificación como idea mágica o religiosa es difícil de establecer. 


Aunque hay autores que reivindican la esencia mágica en religiones regladas, una mayoría no lo hace y no pueden considerar al sacerdote un simple descendiente del mago, ni que la religión sea una consecuencia lógica de una creencia mágica ineficaz para controlar los procesos naturales. Ensalmos y encantamientos, aparecen estrechamente vinculados con las oraciones y súplicas, aun así es posible distinguir un hecho religioso de otro mágico. Para E. O. James, la religión se caracteriza por la realización de unos actos de adoración realizados con respeto reverencial, y con una actitud de humillación en presencia de unos dioses a los que no se les puede coaccionar. 


En un estado intermedio estarían los elementos típicamente mágicos, pero que tomados en conjunto adquieren un sentido religioso, los cuales serían calificados con el término de "mágico-religioso".

lunes, 5 de diciembre de 2016

CONSECUENCIAS SOCIALES DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL. TEXTOS.


“En esta fábrica trabajan mil quinientas personas, y más de la mitad tienen menos de quince años. La mayoría de los niños están descalzos. El trabajo comienza a las cinco y media de la mañana y termina a las siete de la tarde, con altos de media hora para el desayuno y una hora para la comida. Los mecánicos tienen media hora para la merienda, pero no los niños ni los otros obreros (...).
Cuando estuve en Oxford Road, Manchester, observé la salida de los trabajadores cuando abandonaban la fábrica a las doce de la mañana. Los niños, en su casi totalidad, tenían aspecto enfermizo; eran pequeños, enclenques e iban descalzos. Muchos parecían no tener más de siete años. Los hombres en su mayoría de dieciséis a veinticuatro años, estaban casi tan pálidos y delgados como los niños. Las mujeres eran las de apariencia más saludable, aunque no vi ninguna de aspecto lozano (...). Aquí vi, o creí ver, una raza degenerada, seres humanos achaparrados, debilitados y depravados, hombres y mujeres que no llegarán a ancianos, niños que nunca serán adultos sanos. Era un espectáculo lúgubre (...)”
Charles Turner Thackrah. Los efectos de los oficios, trabajos y profesiones, y de las situaciones civiles y formas de vida, sobre la salud y la longevidad. 1832.


"Tuve frecuentes oportunidades de ver gente saliendo de las fábricas y ocasionalmente atenderles como pacientes. El pasado verano visité tres fábricas algodoneras con el Dr. Clough de Preston y con el Sr. Baker de Manchester y no fuimos capaces de permanecer diez minutos en la fábrica sin empezar a jadear por falta de aire. ¿Cómo es posible que quienes están condenados a permanecer ahí doce o catorce horas lo soporten? Si tenemos en cuenta la temperatura del aire y su contaminación no puedo llegar a concebir como los trabajadores pueden soportar el confinamiento durante tan largo periodo de tiempo."
Declaraciones efectuados por el Dr. Ward de Manchester en una investigación sobre la salud en las fábricas textiles en marzo de 1819.


“Las influencias desfavorables, en los obreros, del trabajo de la fábrica son: 1. La desagradable necesidad de constreñir sus esfuerzos intelectuales y físicos a un paso igual al del movimiento de la máquina (...) 2. La persistencia en una posición recta, por espacios de tiempo demasiado largos (...) 3. La privación del sueño por la larga jornada de trabajo (...) Los locales de trabajo, frecuentemente, son bajos, deprimentes, polvorientos y húmedos, el aire impuro, la atmósfera recalentada, y continua transpiración (...) El muchacho de la fábrica no tiene un momento libre fuera del destinado a almorzar, y sólo entonce sale al aire libre (...)
F. Engels. La situación de la clase obrera. (Informe del Dr. D. Barry). 1845.


"Trabajo en el pozo de Gawber. No es muy cansado, pero trabajo sin luz y paso miedo. Voy a las cuatro y a veces a las tres y media de la mañana, y salgo a las cinco y media de la tarde. No me duermo nunca. A veces canto cuando hay luz, pero no en la oscuridad, entonces no me atrevo a cantar. No me gusta estar en el pozo. Estoy medio dormida a veces cuando voy por la mañana. Voy a escuela los domingos y aprendo a leer. (...) Me enseñan a rezar (...) He oído hablar de Jesucristo muchas veces. No sé por qué vino a la tierra y no sé por qué murió, pero sé que descansaba su cabeza sobre piedras. Prefiero, de lejos, ir a la escuela que estar en la mina."
Declaraciones de la niña Sarah Gooder, de ocho años de edad. Testimonio recogido por la Comisión Ashley para el estudio de la situación en las minas, 1842.


“Existen todavía otras causas que debilitan la salud de gran número de trabajadores. Ante todo, la bebida; todas las seducciones, todas las posibles tentaciones, se juntan para empujar al obrero a la pasión de la bebida. El aguardiente es para los trabajadores casi la única fuente de goces, y todo conspira para que se estreche el círculo a su alrededor. El obrero vuelve al hogar cansado y hambriento; encuentra una habitación sin ninguna comodidad, sucia, inhospitalaria; necesita en forma apremiante algún alivio (...) Su sociabilidad puede solamente satisfacerse en la hostería, pues no tiene otro lugar donde encontrarse con sus amigos (...) La pasión de la bebida ha cesado aquí de ser un vicio; por eso pueden ser excusados los viciosos; constituye un fenómeno natural.”
Friederich Engels. La situación de la clase obrera en Inglaterra. 1845.


"La clase toma realidad cuando algunos hombres, a consecuencia de unas experiencias comunes (heredadas o compartidas), perciben una identidad de intereses y la articulan entre ellos y en contra de otros hombres cuyos intereses son distintos (y generacionalmente opuestos) a los suyos."
E. P. Thompson. La formación de la clase social obrera inglesa.