Históricamente, la comprensión de lo sobrenatural se ha llevado a cabo a través de las prácticas mágicas y religiosas. Según uno de los mayores teóricos en el estudio del hecho religioso, sir James Frazer, autor de La Rama Dorada, la era de la magia habría precedido a la de la religión. De esta manera, y siguiendo los presupuestos de Hegel, el hombre primitivo habría intentado controlar a las fuerzas de la naturaleza mediante la realización de una serie de hechizos y encantamientos. El fracaso del mago o hechicero, habría dado lugar a la aparición de una era de la religión, en la que el ser humano, apelaba a unas fuerzas sobrenaturales y a los dioses mediante la oración y los métodos suasorios del sacrificio, sustituyendo los conjuros mágicos del método anterior.
Desde la publicación del libro de Frazer, los historiadores y antropólogos han descubierto, en cambio, que este esquema no es tan sencillo como en un principio podría parecer, ya que en todas las comunidades primitivas, ambas disciplinas aparecen inexorablemente unidas. Para E. O. James, lo que diferencia a la magia de la religión es la "naturaleza y función de sus respectivos sistemas de ideas y prácticas". La primera se distingue por la manera en que determinadas acciones son realizadas para hacer actuar al hecho sobrenatural, mientras que la religión presupone la existencia de dioses o seres espirituales ajenos al hombre, y que controlan los hechos de la naturaleza a su antojo. Mientras que la magia es coactiva con estos dioses, la religión sería personal y suplicatoria.
El problema a la hora de clasificar los sistemas de creencias de las comunidades primitivas, pero también actuales, consiste en la complejidad para trazar una linea que delimite ambos conceptos, ya que no es infrecuente adoptar una actitud religiosa frente a objetos y acciones que bien podrían ser considerados mágicos. Un claro ejemplo es la costumbre de los pueblos prehistóricos de cubrir con sangre o almagre ciertos amuletos para proporcionarles un poder sobrenatural. En este sentido, la utilización de la sangre podría derivar de su poder sacro inherente, pero también podría ser una encarnación de la sacralidad que los dioses le han infundido voluntariamente, por lo que su clasificación como idea mágica o religiosa es difícil de establecer.
Aunque hay autores que reivindican la esencia mágica en religiones regladas, una mayoría no lo hace y no pueden considerar al sacerdote un simple descendiente del mago, ni que la religión sea una consecuencia lógica de una creencia mágica ineficaz para controlar los procesos naturales. Ensalmos y encantamientos, aparecen estrechamente vinculados con las oraciones y súplicas, aun así es posible distinguir un hecho religioso de otro mágico. Para E. O. James, la religión se caracteriza por la realización de unos actos de adoración realizados con respeto reverencial, y con una actitud de humillación en presencia de unos dioses a los que no se les puede coaccionar.
En un estado intermedio estarían los elementos típicamente mágicos, pero que tomados en conjunto adquieren un sentido religioso, los cuales serían calificados con el término de "mágico-religioso".
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