English French German Spain Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

miércoles, 16 de noviembre de 2016

LIBERALISMO Y NACIONALISMO EN EL SIGLO XIX.

Barricadas de Viena, 26 y 27 de mayo de 1848. Litografía de Josef Heicke (1848).

LIBERALISMO Y NACIONALISMO EN EL SIGLO XIX

El liberalismo político es la ideología o doctrina que dio respaldo intelectual a las revoluciones liberales de finales del siglo XVIII y primera mitad del XIX, constituyendo el núcleo teórico básico de los sistemas políticos establecidos desde entonces en las sociedades occidentales, con la excepción de las experiencias totalitarias. 

Según el historiador inglés R. Palmer, los primeros en utilizar el término liberal fueron los políticos españoles, adversarios a la ocupación napoleónica, que estaban ligados a la obra constituyente de 1812 en Cádiz. Tras la revoluciones de 1830 y 1848 el término liberal se cubrió de prestigio y fue abarcando más espacios políticos, tanto en la derecha conservadora en la izquierda socialdemócrata. 

Si el término liberalismo es reciente, las ideas liberales parecen remontarse a la época de enfrentamientos que dieron lugar a la Gloriosa Revolución, en Inglaterra, en el 1688.

El autor que mejor expresó la ideología liberal fue John Locke, que defendía la libertad y la propiedad como derechos inherentes en los seres humanos, tanto que ningún poder político los podía eliminar. El gobierno debía ser representativo, salvaguardar los derechos individuales y garantizar libertades. Estas ideas fueron recogidas por los filósofos ilustrados franceses y se reflejan en la Declaración de Independencia de los EEUU, en 1776, y en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en 1789.

Durante la Restauración el liberalismo tuvo que afrontar un doble problema: proseguir el combate contra el Antiguo Régimen en las condiciones de falta de libertad y represión policial que caracterizó a este período, y reflexionar sobre las causas del fracaso de la Revolución Francesa, pero también sentar las bases de un sistema estable y eficiente. Los liberales decimonónicos eran por lo general, individuos pertenecientes a las llamadas clases medias, compuestas por empresarios y profesionales, y algún que otro miembro de la aristocracia, siendo el liberalismo la ideología de la burguesía emprendedora durante este periodo.  Los principios políticos más importantes son: 

- El titular del poder es el pueblo, hablamos de soberanía nacional.

- El rey o el gobierno tiene una autoridad limitada mediante una Constitución.

- El poder del estado está dividido en tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial.

- La Constitución debe reconocer y el gobierno garantizar los derechos y libertades individuales.

- El derecho de legislar corresponde al parlamento y la acción política se vehiculiza a través de los partidos políticos.

Después de 1848 triunfa el liberalismo, pero su versión más restrictiva. Temerosos de la democracia de las mayorías y dispuestos a no arriesgar su predominio político y social, los burgueses implantan, de acuerdo con los sectores más avanzados de la vieja aristocracia, un modelo político basado en el liberalismo doctrinario y que tiene su reflejo en la monarquía parlamentaria o constitucional. Los rasgos más característicos de este modelo son: grandes prerrogativas para el monarca, institucionalización de un parlamento con un predominio de burgueses y terratenientes, existencia de sufragio censitario y restricción de libertades políticas. La vida política es protagonizada por los partidos políticos.

El nacionalismo es la doctrina y corriente política que considera a la nación como el hecho fundamental y la finalidad suprema de una colectividad humana, a cuyo interés deben de sacrificarse los intereses individuales y colectivos. 

Los orígenes del nacionalismo están relacionados con la idea de soberanía nacional y está claramente unido a la ideología liberal. Posteriormente surge una nueva doctrina nacionalista, que tiene su origen en Alemania, que es contraria al liberalismo. El período napoleónico contribuyó a desarrollar esta tendencia, al provocar en los pueblos sometidos un sentimiento de resistencia y rebelión frente al invasor. La ordenación territorial europea impuesta por el Congreso de Viena provocará la aparición de movimientos de resistencia nacionalistas de diversos pueblos sometidos a los grandes imperios de Rusia, Austria y Turquía. 

El nacionalismo agresivo o de gran potencia triunfa en la segunda mitad del siglo XIX. Las fuerzas más conservadoras apostaron por la nueva ideología que apelaba a los más bajos instintos de las masas, con la finalidad de fomentar las conquistas coloniales y exacerbar las diferencias y disputas entre los grandes países europeos. Todo ello se reflejó en las grandes disputas que darán lugar al período de la Paz Armada y a las Guerras Mundiales.


LAS REVOLUCIONES DE 1820.


Los primeros movimientos revolucionarios se producen en torno a 1820, dominados fácilmente por la reacción absolutista. Se inician en Alemania, con agitaciones en medios universitarios y con la finalidad de conseguir Constituciones en los distintos estados alemanes. Pero la represión dirigida por Metternich ahogó el movimiento.


En España el movimiento revolucionario del general Riego obliga a Fernando VII a restaurar la Constitución de 1812, iniciándose el trienio liberal que acabó con la intervención de las potencias de la Santa Alianza que repusieron como rey absoluto a Fernando VII.

Himno de Riego, denominación que recibe el himno que cantaba la columna volante de Rafael de Riego tras la insurrección de éste contra el rey:


Las revoluciones se extienden por el ámbito mediterráneo. En Nápoles estalla la revolución de los carbonarios mientras que en el Piamonte tenemos un proceso similar que lleva al establecimiento de una Constitución. En ambos casos, la intervención austriaca restablece el orden absolutista.


Rusia es el último país afectado por estas revoluciones. Tras la muerte de Alejandro I, se produce la insurrección decembrista, en 1825, que pretende transformar el régimen autocrático en constitucional, pero que fracasa debido a la acción política del nuevo zar Nicolás I.


Grecia es el único lugar donde triunfa la revolución, después de llevar a cabo un proceso de independencia respecto al Imperio Turco. Varios factores contribuyen al auge de este nacionalismo: la resistencia de los griegos a la presencia turca, la acción de los patriotas griegos exiliados, el desarrollo de una burguesía de comercio y la autoridad religiosa del Patriarca de Constantinopla. 


LAS REVOLUCIONES DE 1830 


En estas fechas Francia se está incorporando a la revolución industrial, con el aumento de la productividad de sus campos y gracias a la adquisición de técnicas y maquinaria inglesa. 

Hacia 1830 ha surgido ya un sector industrial con una creciente importancia e influencia dentro de una economía que, a pesar de todo, es mayoritariamente agraria. Desde 1840 hasta 1865 se dan ya los síntomas de una verdadera revolución industrial. Se construye el ferrocarril y hay una demanda de productos de la industria pesada. De esta forma surge un capitalismo en el que es necesario la financiación bancaria y la organización comercial a gran escala. 

En Francia, desde 1815 hasta 1830 se vive bajo el régimen de la monarquía borbónica absolutista. Luis XVIII (1814-1824) que establece un sistema político basado en la Carta Otorgada que contiene algunos elementos liberales pero que mantiene los principios del poder autoritario. Con Carlos X (1824-1830) se suprimen libertades y el 26 de Julio de 1830 las “cuatro ordenanzas” cuyo contenido es antiliberal provocan la sublevación de la burguesía parisina. 

Carlos X abdica y cae la monarquía autoritaria, iniciándose el período de la monarquía burguesa y liberal de Luis Felipe de Orleáns. Con esta revolución se produce el desplazamiento de una clase dominante por otra: a la aristocracia terrateniente le sucede la gran burguesía. 

Junto con Francia, es en Bélgica, unida a Holanda en el Reino de los Países Bajos, donde también triunfa la revolución de 1830. La revolución tiene un carácter nacionalista. Guillermo I tenía bajo su poder poblaciones diferentes, por un lado estaba Bélgica, católica y con una economía de corte proteccionista, mientras que Holanda era protestante y librecambista. En este contexto los nacionalista belgas buscan su independencia. 

Entre las causas de la independencia tenemos elementos de carácter religioso, político y económico. La acción se inicio en 1830 en Bruselas bajo dirección burguesa y se logra formar un gobierno provisional y una Asamblea Constituyente que proclama la independencia del nuevo estado como una monarquía constitucional. Pese a las protestas de las potencias de la Santa Alianza, Francia e Inglaterra reconocen a Bélgica, y el 4 de junio de 1834 se elige a Leopoldo I de Sajonia-Coburgo. 

Con el mismo carácter liberal y nacionalista estallan otros movimientos en Europa. Italia conoce las insurrecciones de los Estados Centrales, como Parma y Módena, contra la autoridad del Papado, que son reprimidas por Austria. El nacionalismo se extiende por Italia preparando el camino del Risorgimento. 

En Polonia se produce un levantamiento contra Rusia entre 1830 y 1831, pero también es dominado por el ejército con una violenta represión. Por otra parte en Alemania se producen movimientos en los Estados centrales y las aspiraciones liberales y nacionalistas de algunos estados alemanes son canalizados por Prusia, a través de la Unión Aduanera, que va agrupando a los Estados de la Confederación y sirve de base al movimiento de unidad nacional. 


Polonia

Después de esta fase Europa ha quedado dividida en dos grupos: uno liberal formado por Gran Bretaña, España, Francia, Bélgica y Portugal, y otro autoritario formado por Austria, Rusia y Prusia. 


LAS REVOLUCIONES DE 1848. 


Los movimientos revolucionarios de 1848 son los de mayor importancia y sus causas se encuentran en la conjunción de una crisis económica y de un descontento político. Su carácter es también liberal y nacionalista, pero en Francia toma por primera vez un carácter social. Su amplitud y expansión por Europa es mayor que las precedentes. 

En Francia la revolución de 1848 liquidó la monarquía de Luis Felipe nacida de los acontecimientos de 1830, sustituyéndola por la II República, de carácter democrático, y que a su vez fue desplazada por el II Imperio Napoleónico, expresión del nacionalismo autoritario. 

En Francia tras la revolución de 1830, que había suprimido la monarquía absolutista que había sido restaurada durante la Restauración, se instaura la monarquía liberal burguesa de Luis Felipe que va a durar hasta 1848. En este año una crisis económica incita a los franceses a deshacerse de un régimen incapaz de asegurar el bienestar de todos. Esta situación provoca un aumento de los antagonismos sociales que generan una fuerte tensión entre la burguesía y las clases privilegiadas, pero también entre los movimientos obreros y una burguesía que ya es hegemónica económicamente. 

En este contexto se produce el final de la dinastía Orleáns. En 1830 la entronización de Luis Felipe es un éxito para la burguesía en el poder, comenzando un periodo de gobierno moderado en la política francesa. Pero los problemas comenzaron pronto. Así en la primera fase, entre 1831 y 1835, se producen revueltas obreras y un atentado contra el rey, junto con conspiraciones y tentativas bonapartistas que llevan a la inestabilidad gubernamental. A esto le unimos la corrupción creciente y los escándalos económicos y políticos que terminan enfrentando a los liberales con los distintos gobiernos. Los enfrentamientos llevan a la revolución de 1848. Sus causas profundas están en la coyuntura de crisis económica de 1846-1847, de origen agrícola y financiero, junto con la crisis social, por la agitación de las clases populares por el abandono del apoyo de la burguesía a un régimen que ya no le ofrece garantías. El movimiento burgués revolucionario, apoyándose en las revueltas callejeras del pueblo, va a formar un gobierno provisional que proclama la República el 25 de Febrero de 1848. 

Las revoluciones en Austria, Alemania e Italia. Los movimientos revolucionarios se extienden por todo el viejo continente y alcanzan una gran expansión por la Europa Central y Mediterránea. Es tal la magnitud de los movimientos liberales que al periodo se le denomina la Primavera de los Pueblos. Los movimientos son simultáneos debido a la convergencia de las fuerzas liberales, nacionales y sociales, y aunque la reacción conservadora y monárquica que se inicia a mediados del mismo año consigue detener la gran oleada revolucionaria, los principios que se persiguen van a perdurar en la memoria de todos los europeos. En cuanto a la situación socioeconómica, tenemos un aumento demográfico y de la industrialización, un ascenso de la burguesía y por otra parte del proletariado. A la Europa del Este, agrícola y aristocrática, fijada en el absolutismo, se opone la Europa Occidental, , burguesa y constitucional. 

En Italia los grupos liberales se alzan para acabar al mismo tiempo con al absolutismo y con el dominio austriaco, intentando iniciar la unificación italiana. En Turín, Carlos-Alberto promulga una constitución y se pone al frente de la lucha contra Austria pero es derrotado y abdica en Víctor Manuel II, que mantiene el régimen liberal y la constitución. Mazzini proclama la Repuública en Roma pero también es derrotado por las tropas francesas que ocupan Roma y restablecen al Papa. 

Episodio de las cinco jornadas de Milán, 18-22 de marzo de 1848.
Óleo de 
Baldassare Verazzi (c. 1886). En el Museo del Risorgimento, Milán

En Austria una insurrección liberal provoca la caída de Metternich y al mismo tiempo hay alzamientos en Hungría y Bohemia, que son dominados por el ejército. En Alemania las revoluciones tienen un doble carácter: son de tipo liberal en los Estados de la Confederación, estableciéndose regímenes constitucionales en algunos de ellos, y se manifiestan a nivel nacional con la reunión de un Parlamento Alemán en Francfort, aunque se impone la reacción prusiana en Berlín. 

Durante 1849 la reacción triunfa en Europa por lo que se truncan las esperanzas liberales y nacionalistas, aunque muchos de los elementos que se piden van a perdurar. El sufragio universal se mantiene en Francia, se lleva a cabo la abolición de los últimos vestigios del feudalismo y las Constituciones sobreviven en algunos estados. La huella del 48 será imparable en el futuro político de los países europeos.

Revolución de Marzo en Berlín


No hay comentarios:

Publicar un comentario