Texto de mi intervención en el II Cine fórum de la Fundación La Alcudia, el 8 de abril de 2014.
Hoy
veremos la película "El Rey Arturo", dirigida por Antoine Fuqa,
protagonizada por Clive Owen, Keira Knightley e Ioan Gruffud entre otros, es
una producción del genio del cine comercial usano, Jerry Bruckheimer (Piratas
del Caribe), y el guión es de David Franzoni.
Al contrario de lo que pudiéramos creer,
este producto de Jerry Bruckheimer no es otra hamburguesa cinematográfica más.
De hecho, creo sinceramente que se trata de un experimento del mismo productor,
el intento sincero de con la popularidad de un productor más que comercial y de
éxito sacar adelante un proyecto que podríamos clasificar, más o menos, de
autor.
La idea no es mala, la teoría de que el
mito del Rey Arturo no es más que la deformación de la verdadera historia del
legionario Lucius Artorius Castus, es atractiva y pone el enfoque lejos de la
última película que trató el tema plenamente, la infame "El primer
caballero".
No dudo de que Jerry Bruckheimer
quisiera hacer algo más serio que Piratas del Caribe y probar si con su firma,
con su capacidad de convocatoria en la producción bastaba para convertirla en
un éxito, supongo que se dio cuenta enseguida de que no es así. Aunque la
película costase 120 millones de dólares y recaudase 203 millones, no son estas
las cifras a las que está acostumbrado Jerry, que en el caso de Piratas del
Caribe recaudó más de 650 millones de dólares con una inversión de 140
millones.
¿Qué ha pasado entonces con el Rey
Arturo? ¿Por qué no enganchó al público como sí lo hizo Rob Roy, Braveheart o
Gladiator, que son los espejos en los que se mira El Rey Arturo? Creo
sinceramente que la elección del director, Antoine Fuqa, cuya tarjeta de
presentación más aceptable es Trainning Day, no fue una gran elección, así como
la actriz Keira Knightley que brillaba en Piratas del Caribe por la luz que
recibía de su director, Gore Verbinsky, y de Johnny Depp y Orlando Bloom, como
la luna brilla con la luz prestada por el astro rey, pero que queda oculta o
esbozada cuando no es así. Y por un Clive Owen, no diré que inexpresivo, pero
sí con una mueca de "qué coño está pasando aquí" durante
prácticamente toda la película.
La incapacidad de emocionar de El Rey
Arturo es el resultado, precisamente, de esa intención del director por
conseguir la lágrima fácil de un sensiblero espectador, pero que, a la vez, los
actores son incapaces de transmitir plenamente, cayendo a veces en un ridículo
que a algunos espectadores nos produce vergüenza ajena, como el subtítulo de la
película "la verdadera historia detrás de la leyenda", pienso que hay
que huir de cualquier título que empiece con "la verdadera" historia.
Desde mi punto de vista el título podría haber quedado perfecto con
"Artorius", simple, pero potente como declaración de intenciones, y el espectador es
suficientemente inteligente para saber lo que está viendo y cuál es la teoría
defendida en el film.
Bueno, no todo va a ser negativo, la
película tiene destellos, incluso momentos de gran calidad cinematográfica que
la salvan. Como ya he dicho anteriormente no era difícil mejorar la última
película sobre el mítico personaje, El Primer Caballero, el film de Jerry
Zucker, Medievo de tarjeta postal y disfraces brillantes, oda al empalago y no
recomendada a gente con diabetes. Podríamos decir que las escenas de acción
salvan a El Rey Arturo de caer en el bochorno, por encima de todas, la escena
de la batalla del hielo, lástima que no sea una genialidad de su director sino
que la haya tomado de la película de Einsenstein "Alexandre Nevski",
y que si queréis podemos ver después para comparar ambas escenas.
Como reflexión final me gustaría
señalar la capacidad de deformación que tiene la historia, la creación del
mito, el viaje del personaje histórico al personaje literario, pero esa es una
historia que nos contará nuestra arqueóloga Mercedes Tendero.
Diego Peña.
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